lunes, octubre 30, 2006

"Cuántas muertes,cuánta sangre vale la cabeza de Ulises"



JAIME RODRÍGUEZ OROZCO.

Firmes como sus ideales. Firmes como la gran estatua de Benito Juárez en el crucero de Viguera, los oaxaqueños aguantaron a pie firme."Nos habrán ganado una batalla, pero no la guerra. La noche es larga y buscaremos la manera de recuperar nuestra ciudad", dijo Pedro.Su mochila escolar llena de cohetones, en sus manos otros más, listos para tronar y alertar a los pobladores.

A lo largo de la carretera internacional, entre San Lorenzo Cacaotepec y Viguera, cientos de personas recorrían nerviosos la carretera.Señoras empujando correolas, con sombreros y su bandera de México, estaban dispuestas a hacerle frente a los uniformados, y así lo hicieron.

Es la tierra de Juárez, del más grande de los mexicanos, que si viviera, no hubiera permitido que la Policía (Federal Preventiva) golpeara a sus paisanos.Una señora suelta: "Cuántas muertes, cuánta sangre vale la cabeza de Ulises".La respuesta tiene cifras, tiene nombre, nombres de oaxaqueños cuya sangre no será borrada en siglos, pues la historia dejará marcados a Ulises Ruiz a Vicente Fox y a toda la clase política aferrada y empeñada a defender una persona aborrecida por los oaxaqueños.

Con cohetones alertaban a los pobladores de la presencia de un helicóptero de la PFP, que era recibido por decenas de personas con espejos.La espera es larga. Los oaxaqueños estaban preparados desde la noche del sábado.Un espectacular, a la altura de la gasolinera de La Joya, donde antes se ubicaba la publicidad de Roberto Madrazo, le dio la bienvenida a los policías: "Bienvenida PFP, Oaxaca no es Atenco. Viva la lucha popular. El pueblo unido jamás será vencido".

A los pies de Benito Juárez, ondeaba una gran bandera tricolor, que por momentos servía de sombra. La bandera no podía faltar en la lucha popular, una lucha que comenzó con la represión del 14 de junio, día del frustrado desalojo, ante la cerrazón de Ulises Ruiz.En la mano derecha de la estatua de más de cinco metros de altura, un lienzo blanco con la leyenda: "Fuera Ulises de Oaxaca", abrazaba la esperanza de los oaxaqueños.

Llantas, palos, piedras y alambras de púas impedían el acceso a cualquier vehículo.Las personas iban y venían. Unas con fruta, otras con tacos y agua, pero la mayoría con el apoyo decidido para hacer frente a la represión."Estos pendejos piensan que va a ser fácil, pero aquí nos la vamos a partir", asegura José Luis, uno de los encargados de la seguridad en las barricadas.Los federales llegaron al lugar cerca de las tres de la tarde.

"USTEDES VIENEN A MATAR".
Ya en el centro de la ciudad, sobre las calles de Independencia y Díaz Ordaz, una señora se paró a media calle. Hizo frente a los federales al tiempo que les gritaba: "Ustedes vienen a matar a nuestra gente, no se dan cuenta que no queremos a Ulises. Contra ustedes no es la bronca".

Con lágrimas en los ojos y mientras su esposo trataba de calmarla, ella arremetía contra los uniformados: "No podemos permitir que gobernantes como Ulises continúen en el poder. Es un inepto".Al tiempo que las personas se asomaban de sus cosas y gritaban en coro "ya cayó ya cayó, Ulises ya cayó", los uniformados se colocaban sobre la calle Independencia, alistándose para entrar en acción.Al avanzar sobre la calle de Independencia, las columnas de humo eran el común denominador, de una ciudad golpeada por la represión.

Otro señor, identificado como Romualdo, originario de la Costa, encaró a los policías: "Ulises es un cacique, Oaxaca no va a tener historia con ese tirano, por favor entiendan que el problema no es con ustedes".Mientras continuaban los enfrentamientos en diferentes partes de la ciudad de los uniformados con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), maestros y pueblo oaxaqueño, se instalaban módulos de atención médica en las iglesias de la ciudad, donde fueron trasladados varios oaxaqueños lesionados.La noche es larga, pero "estamos preparados y dispuestos a defender nuestra casa...".

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